Jasmín Pacheco es una activista innata. Centra su mirada al más desasistido, y en su agenda planifica todo cuanto esté a su alcance para satisfacer las necesidades de esas personas.
Llegó a Ambar, a través de una vecina, interesada por ampliar sus conocimientos en materia de Derechos Humanos para con los más vulnerados.
En Ambar conoció sobre temas de mujeres, y se interesó por transmitir ese aprendizaje en el bloque 10 de Lomas de Urdaneta, que es donde reside.
Si le tocara priorizar sus ayudas, ella afirma que centraría su atención en los niños cuyos padres migraron, adolescentes, los adultos mayores y por último – pero no menos importante-, las personas en pobreza extrema.
“Quisiera tener una barita mágica para solucionar todos los problemas en mi comunidad, pero con poco, sé que he ayudado mucho y las palabras de agradecimiento , son mi mayor recompensa”, dijo.
Jasmín es una mujer sensible ante el sufrimiento ajeno. Recuerda – recientemente-, a una señora de la tercera edad , quien se vio en la necesidad de vender una licuadora , para poner el pernil en la mesa de su casa, en navidad.
“Yo busqué un dinero y le compré nuevamente la licuadora a esa persona, luego se la devolví a esa abuelita. Y así como ese caso, muchos de los que nadie conoce, o sencillamente no quiere toparse con esas realidades tan tristes”, comentó.
A sus 60 años – recién cumplidos- Jasmín se describe como una mujer de espíritu emprendedor, trabajadora sin descanso y como buena venezolana “echada pa’lante”.
“En Ambar he visto crecer a mujeres y empoderarse. Todo en esta vida es, reiventarse” ,aseguró Jasmín.