Castañeda es psicóloga social; criminóloga; militante feminista; docente universitaria con Doctorado estudios del desarrollo. Trabajo con el desarrollo sociopolítico con perspectiva de género. Miembro de AVESA y del Observatorio Venezolano de los Derechos de las Mujeres
Por Rosibel Cristina González
Caracas. A juicio de Huggins Castañeda, la violencia contra niñas, adolescentes, mujeres y ancianas, es un problema con base en la cultura patriarcal: el hombre es poder y la mujer es servicio, con un estilo de relación dominante que emplea el discurso de la violencia, como única vía para la resolución de conflictos.
Expone la especialista “la violencia contra las mujeres se ha hecho el aire que respiramos, y es ahora un problema epidemiológico. Estamos inmersos en un ambiente de violencia y no es de extrañar que todas las formas se hayan disparado, aunque las estadísticas no sean información pública”.
Desde el pasado 13 de marzo, momento en el Ejecutivo Nacional decreta el confinamiento -ante los primeros casos por Covid_19-, la violencia contra las mujeres se hizo cotidiano. “Si a eso le sumas el encierro en las casas -en cualquiera de sus condiciones-, se hace invivible. Resurge el fantasma de un monstruo aterrador que las rodea, mientras se hace más dura la convivencia”, expresa Huggins.
Indica que cualquier cosa puede convertirse en un detonante: “gritos, agresiones verbales, le añades la violencia física y sexual, lo cual genera una convivencia forzada de 24 horas. Le sumas además la emergencia compleja humanitaria compleja – en degradación permanente-, si hay hambre y no hay comida, no hay dinero, el ambiente está enrarecido y esto genera mucha angustia dentro del hogar, el cual debería ser un espacio seguro y de sana convivencia”, acota.
Para la criminóloga, la inmensa mayoría de las mujeres -ya con hijos- viven con otra pareja y si existen motivos para dejar la relación, se ven amenazadas, y en mucho de los casos, la mujer pasa a ser una estadística, en casos de femicidio.
Añade: “La violencia -en cualquiera de sus manifestaciones- está potenciada, porque todo el mundo: hacia dónde vamos, situación país, y el coronavirus. Emocionalmente estamos viviendo un momento de la peor de las situaciones que es la incertidumbre”.
El contexto social
La militante feminista refiere que la crianza de los hijos viene dada por un conjunto de aspectos sociales y considera que se trata de un problema sociológico, individual y cultural: las mujeres son solo para tareas del hogar, está socializada para la maternidad, mientras que al hombre se le cría para manifestar el poder del alfa en la casa.
Huggins, quien también es docente en la Universidad Central de Venezuela -de la cual egresó a mediados de la década de los años 60-, mantiene como frase “la palabra construye el pensamiento, somo seres de palabra. Ya marcamos al niño cuando le prohibimos jugar con muñecas -y esto es una ofensa en la cultura patriarcal-. Nos olvidamos que los discursos construyen a los sujetos y cuando en la adolescencia, las hormonas dominan, los adolescentes buscan relaciones sexuales -sin educación-y por ello, tantos embarazos a temprana edad, incluso luego de la primera menstruación”, dice.
También manifiesta que a pesar de los esfuerzos de las organizaciones civiles por cambiar las pautas culturales actuales, el discurso dominante se mantiene.
“Actualmente no se reconoce el esfuerzo físico de lo que implica el trabajo doméstico de la mujer y por ello es fundamental construir eso que llaman empoderar, bajo los preceptos: yo sirvo, yo valgo, yo puedo”,expresa Huggins.
Una mirada al problema
Según estudios realizados por Huggins Castañeda, la casa ya no representa un lugar seguro, por ello la violencia se ha vuelto más común bajo la expresión “tu no sirves para nada”.
Refiere la especialista que más del 50% de las familias venezolanas, no tienen presencia masculina en el hogar, mientras que en otros, esos hombres y mujeres migraron. “Aquí estamos en la presencia de una violencia de Estado. El gobierno actual está atentando contra mujeres y hombres de manera diferencial. Tenemos abuelas cuidando nietos, pero sus ingresos no son suficientes para mantenerlos y los que están fuera, no pueden mandar mucho dinero, porque en l mayoría de los casos, sus empleos son informales. El hambre está matando esa infancia”.
“Es por ello que la violencia de genero se te cruza, a consecuencia de una cultura que ha construido distintos tipos de hombres y mujeres. La mujer venezolana, en más de un 50% es jefa de hogar, aprendió a levantarse”, concluye Huggins.